- marzo 26, 2020
J, O, K, T
Sindicalistas de la construcción
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¿POR QUÉ MATAMOS?
— Yo me metí al sindicaleo con 15 años, cuando la broma era candela. Andaba en la mala vida y era mi única manera de trabajar.
— Es lo que te decía, la necesidad. El malandro no nace, se hace.
— Yo por lo menos me metí a la delincuencia porque me obligaron, me quitaron a mi hermano cuando yo tenía 11 años. Por venganza, por remordimientos. Él era una persona sana y pensé que como a él le podían quitar la vida, a mí también. Automáticamente me compré una pistola. Y de ahí en adelante en la mala vida, ganándome el respeto.
— Yo no quería estudiar más y me fui a la calle a drogarme, a vender droga. Caí preso y estuve cinco años. Cuando me agarraron no tenía nada de droga, pero tenía una orden de captura porque traficaba y me sembraron 50 gramos de heroína. La policía, cuando no te siembra, te mata.
— Soy chavista 100%, pero algunas cosas que hace el gobierno no me gustan. Yo no sé por qué la policía no puede dialogar como hicimos nosotros. Hace cuatro años decidimos que los sindicalistas no nos podíamos matar entre nosotros por llevar pan a casa e hicimos la paz, aunque claro, no entraron todos. Antes era plomo todo el tiempo. La primera vez que me echaron de una obra fue a balazos. Aquí, en la barriga tengo la cicatriz.
— Antes, si un grupo se apoderaba de una obra y a mí no me dejaba trabajar, tenía que ir por él hasta apoderarme yo de la obra.
— Era a la fuerza. Yo no agarraba un tabulador para decirle al empresario tienes que pagar tanto. Yo ya he pagado, he estado preso, y hay un momento en que uno recapacita y dice ya basta.
— Pero la policía está matando a los jóvenes e irrespetando los espacios de los sindicatos. Así empiezan las cosas.
Caracas, Junio 2017.
*Cambiamos el nombre de estas personas por motivos de seguridad.
Ilustración de Carlos Carabaña.
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