- marzo 26, 2020
CARLOS ANTÔNIO OLIVEIRA DE AQUINO
Policía Militar
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¿CÓMO SOBREVIVIMOS?
En 1997, el Papa Juan Pablo II estuvo en Brasil. Fui a reclamarle a mi capitán mejor salario y condiciones de trabajo. Y él me dijo: «Ve a hablar con el Papa». Yo obedecí. Un día el Papamóvil paró enfrente de la Cruz Roja, aquí en Río de Janeiro, y yo con mi uniforme de policía, esperé y grité: «Ayúdeme Santo Papa, sólo usted me puede salvar». Y la Policía Militar, hipócrita, me detuvo cinco días por reivindicar mi salario. Yo era soldado. Otra vez llevé a mi hijo de dos años a una protesta y salió en la televisión porque teníamos una manta que decía: «No quiero una bandera y un héroe muerto, quiero protección del Estado y un padre vivo».
Yo veía en la televisión los tanques de guerra y quise entrar al Ejército. Me di cuenta que me estaba preparando para una guerra que no existía. Si yo veía a un criminal no podía hacer nada. En 1988 entré a la Policía Militar porque tenía el sueño de servir y proteger a la sociedad. Pero después de un año vi que era un esclavo, no solo de mis superiores, sino de los gobiernos, del politiqueo. Empecé mi lucha hace 20 años y desde entonces la Policía Militar me ha perseguido. En 2012 estuve en la cárcel de Bangú durante nueve meses, donde ponen a los peores presos. ¿Sabes qué crimen cometí? En el país de la corrupción, yo pedí condiciones de trabajo y salario digno.
Río de Janeiro, Marzo 2017.
- Brasil